domingo, 8 de noviembre de 2009

Se deteriora el mercado laboral

La recesión económica deprime el empleo remunerado, estimulando la informalidad –que bordea el 55 por ciento de las personas empleadas- que se viste con todos los ropajes del rebusque, eufemísticamente llamado por el Dane como “trabajadores por cuenta propia”, los que absorben el 42,3 por ciento de todos los ocupados. En el mes pasado, a pesar de un leve aumento del empleo (4,0 por ciento), el desempleo se redujo a un ritmo mayor (17,1 por ciento), elevándose, aún más, el subempleo (27,6 por ciento). En septiembre de este año en el país había 876.000 desempleados y subempleados más que en igual periodo de 2008.

Pero, como dice el refranero popular si a nivel nacional “llueve” a nivel local no “escampa”. El Dane reveló, recientemente, el comportamiento del mercado laboral en 24 ciudades, encontrándose que Tunja, durante los últimos tres meses, ocupó el décimo lugar en las tasas de empleo y desempleo: mientras sólo la mitad la población laboral cuenta con un puesto de trabajo, la desocupación se situó en 13,6 por ciento -dos puntos por encima de lo registrado el año pasado-, superando el promedio nacional (13,1 por ciento) y, distante del nivel esperado para América Latina (8,5 por ciento).

En las precarias condiciones de un inatajable crecimiento del desempleo resulta inoportuno e incoherente proponer fórmulas “hechizas” para reducir su tamaño y explosividad, como lo viene sosteniendo, entre otros, el ex ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, argumentando, peregrinamente, que es necesario comprimir el salario mínimo –que cobija, para los analistas más optimistas alrededor del 30 por ciento de los asalariados y para los más pesimistas el 60 por ciento de los mismos- para generar más empleo formal, puesto que, a su juicio, la rigidez del mínimo legal desestimula la contratación de mano de obra. Aceptar una hipótesis como esta sería condenar a una tercera parte de la población colombiana –cerca de 15 millones mal contados- a malvivir con medio millón de pesos mensuales. El sólo anuncio de que la inflación estará por debajo del 3 por ciento no presagia un reajuste salarial que reactive la postrada economía colombiana. Gremios y negociadores gubernamentales le apostarán a un incremento mínimo para reforzar el umbral de la pobreza.

Otrosí: Según la última encuesta de opinión, el optimismo de los colombianos se vino a pique: el 46 por ciento declaró que la situación está empeorando. ¿Cuál será la percepción de los tunjanos y boyacenses? ¿Cuál la favorabilidad de sus gobernantes?

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