lunes, 7 de diciembre de 2009

Plegarias navideñas

SUMAS & restas
PLEGARIAS NAVIDEÑAS
Edilberto Rodríguez Araújo (Coordinador del grupo de investigación OIKOS de la UPTC)
Como dice el nostálgico estribillo de la pegajosa melodía navideña, “un año que viene y otro que se va” y con este los frustrados deseos y las renovadas ilusiones de todos los colombianos en un mañana mejor.
La navidad congrega a las personas y rescata los sentimientos más nobles de la gente, haciendo que la explosiva carga emocional que cada uno lleva a cuestas se aligere un poco, dando cabida a la distensión, a la reconciliación, a destellos de alegría, a anhelar un año, realmente, nuevo.
Cada día, pensamos con el deseo, queriendo exorcizar –con mágicos conjuros - los fantasmas, reales o imaginarios, que rondan, por los cuatro costados, la monótona o agitada existencia de ese bipolar criatura que es el homo sapiens. La temporada es propicia, entonces, para elevar las siguientes plegarias:
1. Que el referendo se hunda definitivamente y el propietario de El Ubérrimo renuncie al “gustico” de una presidencia vitalicia.
2. Que las listas de aspirantes a Senado y Cámara se depuren de tanto trepador y pelechador de oficio, y no se repitan los mismos con las mismas.
3. Que tanto los ahorros mal invertidos en DMG y otras hierbas, así como los créditos condonables otorgados por “Agro, fraude seguro”, sean devueltos.
4. Que el año entrante haya relevo en la Rectoría de la UPTC y termine este mediocre cuatrienio.
5. Que el Gobernador de Boyacá no siga desmantelando su equipo de tecnócratas dejando a la Administración departamental expuesta a la voracidad clientelista de sus patrocinadores.
6. Que no siga el hipersatisfecho ministro de Hacienda confundiendo a la gente diciendo que la caída en el nivel de precios de la canasta familiar (2 por ciento) obedece a la política antiinflacionaria. Son los coletazos de la recesión que arrastran el desempleo y comprimen el gasto de las familias.
7. Que el oscurantismo medieval que han venido propagando desde los altos jerarcas eclesiásticos hasta la Procuraduría General, pasando por el gabinete ministerial, no nos lleve a confundir Estado de Derecho con Estado de opinión, como en el reciente episodio de la “píldora del día después”.
8. Que la sequía por efecto del fenómeno del niño no se prolongue más de la cuenta, simulando un caluroso anticipo del temido “cambio climático”.
9. Que el muy locuaz alcalde de Tunja, por fin, pavimente o repavimente las destartaladas calles tunjanas.
10. Que termine el prolongado episodio de la Patria Boba para elegir Fiscal General y caigan de su pedestal arrogantes ministros y ex ministros involucrados en la yidispolítica.
11. Que la seguridad (¿democrática?) sea más visible en las calles que en las fincas.
12. Que la alegría navideña nos llene de entusiasmo para recuperar la esperanza de un mundo mejor, con más oportunidades para todos. AMEN. ¡Que así sea!

CARTA AL NIÑO DIOS

EL ÁBACO
Edilberto Rodríguez Araújo (Profesor de la Escuela de Economía de la UPTC)
CARTA AL NIÑO DIOS
Mi entrañable parce:
Nunca pude entender por qué si naciste en el primaveral mayo celebraban tu nacimiento en el invernal diciembre, así como por qué,-como leí en una revista llamada “Marrana”, a propósito del ungimiento del nuevo Dalai Lama-, eras el niño Chuchito, y, a la vez Dios, en la teocracia celestial.
Yo sé que tu, como yo, hace más de dos mil años andabas huyendo de la persecución del infanticida de Herodes. Yo soy uno más de los cuatro millones de desplazados de la diáspora que ha dejado la espiral de la triple violencia de paracos, guerrillos y mal llamadas “fuerzas del orden”, con sus “falsos positivos”. Después de tener una casita con techo de zinc y paredes de guaduas, ahora sólo tengo por techo un enorme cielo estrellado y por paredes el silbido del viento. A diferencia tuya no me visitan los tres “desparchados” pastores ni los tres reyes “vagos”, sino las siete plagas de Egipto.
Llevo dos años buscando empleo y cada vez que voy con mi carpeta a solicitar un puesto de “guachimán” sólo recibo un portazo de “vuelva después”, porque no hay vacantes en las empresas de seguridad –que sobra en las fincas, pero que falta en las calles-, pues policías y desmovilizados de todos lo pelambres las han copado, por menos de un salario, no mínimo sino misérrimo.
Hace tiempo que no voy a la iglesia; ayer estuve escuchando, desde una cómoda banca más mullida que la estera sobre la que duermo, un enrevesado sermón de un curita que en lugar de predicar la caridad cristiana, -distinta a ese manirrotismo que practica el ministrico de agricultura con esa honorable “gente de bien”, como si nosotros no fueramos “gente buena”, como dice ese presidentico de gafitas de seminarista, ínfulas de Mesías y arrebatos patrioteros-, después de haberme despojado de los últimos dos mil pesos de la limosna, la emprendió rabiosamente contra los enemigos de la reelección y de las mujeres que se practican un aborto en condiciones traumáticas. Con los bolsillos vacios y contrariado, abandoné tu casa, mi parce, pensando en que si volvieras, repartirías latigazos a diestra y siniestra, para quienes, en tu nombre, predican pero no practican.
Mi parce, yo no me doblego. Todos los días escucho que “los buenos somos más”. Quisiera pensar que se refieren a los que, con el despuntar del sol mañanero nos entregamos al mágico rito de vivir (o, ¿sobrevivir?), aprovechando cada oportunidad que, ahí sí, nos prodiga la Divina Providencia, y, no de aquellos que hablan de millones y millones de pesos en sus cuentas (o, ¿caletas?), muchas de origen “non sanctos”, ostentando sus vistosas camionetas blindadas y sus modestos conjuntos cerrados de estrato siete, vigilados por empobrecidos guachimanes.
No sé qué haré cuando los inocentes niños coloquen en esa invención franciscana que es el pesebre, un muñeco de cerámica, plástico o caucho que, -juran y rejuran-, se parece a ti, mi parce. Esperaré el amanecer para ver si algún diabético dejó su porción de natilla y daré las gracias porque la fantasía de la navidad me permitió hablar contigo. He escuchado que el salario mínimo ahora si es mínimo, pues un sabiondo mono del el DNP anunció que la productividad fue este año de -3,5 por ciento, superior al del costo de la vida (2,0 por ciento) – ¡erureka! salimos a deberle-y que ahora somos 2,5 millones de desocupados. Ahora sí, mi parce, me volví pobre repobre. Te espero debajo del puente o en el semáforo.
Hasta siempre, mi parce. ¡Feliz navidad!

palimpsesto21.blogspot.com

viernes, 27 de noviembre de 2009

Boyacá: un sector externo atrofiado


Boyacá: un sector externo atrofiado

Edilberto Rodríguez Araújo (Profesor de Escuela de Economía de la UPTC)

palimpsesto21.blogspot.com

Pese a las triunfalistas declaraciones del equipo económico gubernamental la tan esperada reactivación aún no llega. Mes tras mes las cifras revelan que el desempeño de los principales sectores económicos sigue en caída libre. A ello no escapa el comercio exterior en el que en lo transcurrido del año (según las estadísticas del Dane a septiembre de 2009), las exportaciones experimentaron un bajonazo de -18,5 por ciento, siendo más acentuado este descenso en las ventas externas de productos tradicionales (petróleo y sus derivados) que en los no tradicionales (confecciones, particularmente). Del lado de las importaciones la contracción fue similar: - 18,7 por ciento, atribuida a la merma en las compras externas de vehículos y autopartes, productos de fundición, hierro y acero, entre otros. Como resultado del declive con los principales países de origen y destino de su intercambio comercial (Estados Unidos, Venezuela, Unión Europea, principalmente) las cuentas del sector externo, que bordean los 24.000 millones de dólares, son deficitarias.

Si eso acontece a nivel agregado, a escala departamental la situación no varía sustancialmente. Boyacá, cuya participación en el comercio exterior colombiano es residual, pues, aduras penas, alcanza el uno por ciento, pese a que en la última década el tamaño de las ventas totales ha crecido aceleradamente hasta situarse en cerca de 330 millones de dólares. Sin embargo, en lo corrido del año el derrumbe ha sido dramático. Las exportaciones no tradicionales, que copan al mitad de la oferta exportable, se redujeron en 52,3 por ciento, en tanto que las importaciones cayeron en 41,8 por ciento, reflejo del quiebre de la tendencia observada hasta el 2007 cuando la balanza comercial boyacense era de signo positivo, a partir de ese año ha sido deficitaria.

Las posibilidades de una mayor apertura de la economía boyacense, para reducir su aislamiento de la economía internacional, giran alrededor de las oportunidades de recomponer tanto la canasta de bienes y productos exportables como la diversificación de sus socios comerciales. En efecto, mientras el 99 por ciento de las ventas externas provengan de las esmeraldas, hulla y carbón coque, el intercambio comercial seguirá atrofiado. De igual manera, la búsqueda de nuevos mercados hará menos vulnerable el comercio, que en este año se ha concentrado en países como Brasil (46,7 por ciento) y Estados Unidos (25,8 por ciento). A pesar de que la estructura de las importaciones es muy dispersa en los últimos años, aunque parezca paradójico, la chatarra (reciclaje) y productos metalúrgicos han dominado el escenario de las compras.

Resulta sorprendente, además de un indicio de las oportunidades existentes, que en 2009 el principal proveedor Boyacá era la China (30,3 por ciento), acompañada de Brasil (18,0 por ciento) y Estados Unidos (10,2 por ciento). Una mayor y mejor inserción de Boyacá en los mercados mundiales depende de la identificación de nuevos nichos, a la par que de productos innovadores, distintos a los originados en la extracción de minerales.

PUNTO FINAL: La casta parlamentaria boyacense, permanentemente, es protagonista de macondianas escenas de surrealismo político. El último episodio tuvo como protagonista al inefable Héctor Helí. El mimetismo político propio del oportunismo electoral ya no sorprende. En poco tiempo presenciaremos un amplio repertorio de travestismo ideológico de los mismos (personajes) con las mismas (promesas). La apuesta es con la renovación no con quienes se han perpetuados en las curules, apuntaladas con una frondosa burocracia.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Se deteriora el mercado laboral

La recesión económica deprime el empleo remunerado, estimulando la informalidad –que bordea el 55 por ciento de las personas empleadas- que se viste con todos los ropajes del rebusque, eufemísticamente llamado por el Dane como “trabajadores por cuenta propia”, los que absorben el 42,3 por ciento de todos los ocupados. En el mes pasado, a pesar de un leve aumento del empleo (4,0 por ciento), el desempleo se redujo a un ritmo mayor (17,1 por ciento), elevándose, aún más, el subempleo (27,6 por ciento). En septiembre de este año en el país había 876.000 desempleados y subempleados más que en igual periodo de 2008.

Pero, como dice el refranero popular si a nivel nacional “llueve” a nivel local no “escampa”. El Dane reveló, recientemente, el comportamiento del mercado laboral en 24 ciudades, encontrándose que Tunja, durante los últimos tres meses, ocupó el décimo lugar en las tasas de empleo y desempleo: mientras sólo la mitad la población laboral cuenta con un puesto de trabajo, la desocupación se situó en 13,6 por ciento -dos puntos por encima de lo registrado el año pasado-, superando el promedio nacional (13,1 por ciento) y, distante del nivel esperado para América Latina (8,5 por ciento).

En las precarias condiciones de un inatajable crecimiento del desempleo resulta inoportuno e incoherente proponer fórmulas “hechizas” para reducir su tamaño y explosividad, como lo viene sosteniendo, entre otros, el ex ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, argumentando, peregrinamente, que es necesario comprimir el salario mínimo –que cobija, para los analistas más optimistas alrededor del 30 por ciento de los asalariados y para los más pesimistas el 60 por ciento de los mismos- para generar más empleo formal, puesto que, a su juicio, la rigidez del mínimo legal desestimula la contratación de mano de obra. Aceptar una hipótesis como esta sería condenar a una tercera parte de la población colombiana –cerca de 15 millones mal contados- a malvivir con medio millón de pesos mensuales. El sólo anuncio de que la inflación estará por debajo del 3 por ciento no presagia un reajuste salarial que reactive la postrada economía colombiana. Gremios y negociadores gubernamentales le apostarán a un incremento mínimo para reforzar el umbral de la pobreza.

Otrosí: Según la última encuesta de opinión, el optimismo de los colombianos se vino a pique: el 46 por ciento declaró que la situación está empeorando. ¿Cuál será la percepción de los tunjanos y boyacenses? ¿Cuál la favorabilidad de sus gobernantes?