sábado, 5 de febrero de 2011

Desempleo en bicicleta estática

SUMAS & restas
Desempleo en bicicleta estática…
Edilberto Rodríguez Araújo – Director del Centro de Estudios Económicos (CENES) de la UPTC
¿Quién no ha compartido la angustia diaria de un pariente cercano atribulado por haber sido despedido o encontrarse cesante? La carencia de empleo remunerado origina frustración personal y exclusión social. Por ello los indicadores del mercado laboral desvelan a todos por igual, excepto a la indolencia gubernamental, extasiada en su logro de haber reducido el desempleo a finales del año pasado en 0,2 puntos al caer la desocupación de 11,3 a 11,1 por ciento entre diciembre de 2009 y 2010.
Lo extraño de estos guarismos es que pese a las calamidades invernales la pérdida de puestos de trabajo no fue –artificios estadísticos- tan dramática como se preveía – ¡tan sólo 5.000 personas!- pues el acumulado para todo el año descendió, levemente, bordeando el 12 por ciento. Sin embargo, el fantasma del subempleo sigue rondando: el “rebusque” se trepó de 29,7 a 32,6 por ciento equivalente a 272.000 colombianos ensayando estrategias de supervivencia conocidas con el eufemístico nombre de “pluriempleo” o el más sofisticado de “emprendimiento empresarial”, nicho de la informalidad, fenómeno más urbano que rural.
Pero, como dice el refrán “mal de muchos consuelo de tontos”, Tunja se situó en el 17 lugar del escalafón de las 24 ciudades encuestada por el Dane, según el nivel de desempleo.
En el último trimestre de 2010 la desocupación fue de 11,6 por ciento que contrasta con los niveles extremos: 20,3 en Quibdó y 7,8 por ciento en San Andrés. Pero, como se observa a nivel nacional las formas encubiertas de desempleo se resisten a caer, el subempleo entre 2009 y 2010 se elevó en seis puntos en Tunja hasta alcanzar el 28 por ciento. En la actualidad Tunja registra 9.000 desempleados y 22.000 subempleados. Dicho en otros términos, 12 de cada cien tunjano en edad productiva no tiene empleo, en tanto que uno de cada tres ocupados lo hace en las precarias condiciones de ocupaciones de muy corta duración, el ingreso salarial no es satisfactorio o el llamado “perfil laboral” no se ajusta a las competencias disponibles, haciendo que la persona perciba que sus capacidades no son valoradas. A lo anterior no escapa ninguna categoría ocupacional, ya sean técnicos, tecnólogos o profesionales, o, trabajadores sin educación formal alguna. El mercado laboral está segmentado y discrimina a los trabajadores y empleados de menor formación como lo revelan los resultados del Observatorio del mercado laboral que periódicamente divulga el Ministerio de Educación. Según esta fuente el ingreso salarial de un graduado universitario en 2009 se había comprimido, representando una cuarta parte de la remuneración de un egresado de 2001, el cual devengaba, en promedio, $ 2 millones. Asimismo, se evidenció que una graduada en educación superior ganaba 13 por ciento menos que un egresado hombre. El salario resulta erosionado por la inflación, la que en enero, -teniendo como detonante los alimentos-, se catapultó a 0,91 por ciento siendo uno de los incrementos más altos de la década.
OTROSÍ: Terminada la ampliación de andenes acometida por la Alcaldía de Tunja con una nada despreciable inversión cercana a los $ 2.000 millones, la malla vial sigue su acelerado deterioro. Los megahuecos brotan, aquí y allá, como maleza en los separadores de las vías centrales. ¿Cuántos recursos públicos se han “vaciado” en los enormes cráteres a través de parcheos y reparcheos con pavimento de dudosa calidad y contratistas tramposos? ¿Dónde está la veeduría ciudadana?
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