sábado, 3 de abril de 2010

El triunfalismo gremial

EL ÁBACO
Triunfalismo gremial
Edilberto Rodríguez Araújo - Director del Centro de Estudios Económicos (CENES) de la UPTC
Recientemente el presidente de la Asociación Nacional de Industriales (Andi) anunció que la recesión económica había llegado a su fin. La fuente de su inocultable euforia fue el aparente buen comportamiento del sector industrial. En este país de bipolaridad anímica el optimismo desbordante de ciertos dirigentes empresariales no es ajeno a la coyuntura política, ni desconocidas sus afinidades con el gobierno de turno; pues ellos son “gobiernistas” cualquiera sea el gobernante. Ese parece ser el caso del máximo jerarca de la poderosa agremiación. Divulgada la cifra de un modesto crecimiento del PIB de 0,4 por ciento, el optimismo gremial es desvirtuado ya que fue la industria manufacturera el sector con el peor desempeño: -6,3 por ciento.
Según la Andi en el mes de enero de este año se revirtió la tendencia declinante de la industria manufacturera la que creció en 5,1 por ciento, en tanto que las ventas hacia el mercado interno se elevaron en 5,5 por ciento. En contravía de este estimativo, el Dane reportó un aumento de la producción industrial en enero de 1,6 por ciento y de las ventas de 2,7 por ciento, evidenciándose una brecha notoria. La posible explicación es que el número de establecimientos incluidos en uno y otro caso son diferentes: el Dane dobla, aproximadamente, en el número de encuestados a la Andi, que entrevista alrededor de 800 empresas.
Es sintomático de que los coletazos de la recesión no han desaparecido como lo evidencia el hecho de que el empleo industrial sigue aletargado: cayó en - 5,0 por ciento. Es decir, la producción repuntó como resultado de un mayor aprovechamiento de la capacidad instalada - ante la ampliación de la demanda de fin de año- que no requirió contratación de mano de obra adicional, usualmente, a término fijo o temporal.
PUNTO APARTE: El Gobierno departamental se encuentra en la mitad de su periodo. Mañana presentará su balance de gestión. En el profuso, difuso y confuso documento que resume sus logros están ausentes indicadores de resultado o de producto que revelen si se han cumplido las metas de sus programas y proyectos. Uno de los referentes para medir los aciertos de la Administración departamental es el plan de inversión contenido en el plan de desarrollo.
La inversión prevista en el plan de desarrollo “¡Para seguir creciendo! 2007-2012” se sitúa en $ 2,7 billones, habiéndose alcanzado, en el acumulado del periodo 2008-2009, un grado de cumplimiento del 55,9 por ciento ($ 1,4 billones), nivel que, indudablemente, podría catalogarse de satisfactorio. Empero, si se analiza la composición de dicha inversión, a pesar de que al gasto social –que depende, abrumadoramente, de los giros de la Nación- se ha destinado el 84 por ciento, es junto a otro pivote del plan, el desarrollo económico, que canalizó el 2,7 por ciento, los que exhiben un menor nivel de cumplimiento: 52,6 y 51,8 por ciento, respectivamente, lo que contrasta con el alcanzado por la infraestructura vial (79,7 por ciento) y Buen Gobierno (223,4 por ciento). En este último componente se destaca, curiosamente, “Defensa y seguridad democrática” que remontó en 301,6 por ciento lo proyectado para el cuatrienio. Contrariamente, el programa de “Desarrollo Humano”, punta de lanza del desarrollo social, tuvo un exiguo cumplimiento de 6,5 por ciento. A juzgar por esto, el monótono discurso guerrerista contagió al Gobierno departamental.
PUNTO FINAL: En la encuesta Gallup, contratada por la prensa nacional y regional, sobre la intención de voto de los colombianos, sorprende que de los 1.200 entrevistados en las 51 ciudades, se hayan incluido a Tunja y a…Ramiriquí. Los resultados son sorprendentes porque, parecería, que la prefabricada opinión pública favoreciera a los descoloridos herederos ideológicos (Santos y Noemí) del mesiánico propietario de El Ubérrimo, quien quiere seguir gobernando en cuerpo ajeno. Los candidatos renovadores (Mockus, Fajardo, Petro y, parcialmente, Pardo)) son vistos como románticos soñadores que desvelan a los micropoderes clientelistas. La “democracia mediática” no podrá apabullar la “democracia real”.

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