sábado, 29 de enero de 2011

Le euforia económica

SUMAS & restas
La euforia económica
Edilberto Rodríguez Araújo- Director del Centro de Estudios Económicos (CENES) de la UPTC
Pese a las secuelas derivadas de la catástrofe invernal el Gobierno Nacional exhibe un optimismo desbordante. Contrario a la cautelosa proyección de la Jefatura del Departamento Nacional de Planeación (DNP) sobre el crecimiento de la economía en el 2011, calculado en 4,5 por ciento, el Presidente Santos ha anunciado que no será inferior a 5 por ciento. Estos pronósticos se alinean con la trayectoria seguida por la economía colombiana en la década pasada cuando esta tuvo un ritmo de 4 por ciento, pero están desfasadas de las cifras que se anticipan para el 2010 que estarán por debajo de ese nivel y de los estimativos consignados en el nuevo Plan Nacional de Desarrollo “Prosperidad para todos”, que cobija el periodo 2010-2014, antes de ocurrido el siniestro natural.
Para los expertos del DNP los sectores jalonadores del crecimiento económico, denominados “locomotoras”, el desempeño oscilará entre 4,8 y 6,2 por ciento, fluctuando entre el sector de menor dinamismo, la minería, y el de mayor, la innovación en C& T. Es curioso que los sectores sobre los cuales se fundamenta la aceleración del crecimiento económico sean los que han soportado las mayores devastaciones del desastre invernal: la agricultura anegada, la infraestructura vial averiada, la minería depredada y la vivienda desplomada. Las premisas de un rápido crecimiento económico que giran alrededor de estos lastrados sectores, han llevado a que los promotores del plan de desarrollo hayan revisado las proyecciones, involucrando los nocivos efectos de este evento, prevaleciendo cierta prudencia en lugar de un infundado optimismo. Por supuesto que las consecuencias se traducirán en menor empleo en el cuatrienio, mayor informalidad y rebrote de la pobreza, vasos comunicantes que no podrán aislarse en la profusión de declaraciones gubernamentales. Se ha dicho, insistentemente, que toda crisis genera oportunidades, pero estas no podrán materializarse si, la retórica oficial no va acompañada de una estrategia concreta, que no sea un placebo sino acciones que remuevan las causas – asociadas a la imprevisión y negligencia por omisión- que desencadenaron este desgarrador drama que se suma al desplazamiento forzado, cuya matriz es el insoluble conflicto interno colombiano. Es la oportunidad para sustituir un modelo de desarrollo basado en la depredación de los recursos naturales (lo sucedido obliga a repensar la presunta bonanza minero-energética, sustentada ya sea en la explotación agenciadas por las firmas transnacionales o por los perseguidos mineros informales). No sólo los ilegales son depredadores.
Los costos de la llamada “reconstrucción” que alteraron el ordenamiento del territorio de gran parte de las regiones del país, podrían elevar los guarismo de la inversión pública en los próximos cuatro años a los $ 500 billones, exigiendo un mayor esfuerzo fiscal del Gobierno Central, para acometer la “refundación” de muchas poblaciones sin la reproducción de sus agobiante problemas estructurales.


OTROSÍ: La Gobernación de Boyacá ha sido proverbialmente un mal administrador de su reducido patrimonio. El disponer de unos activos como las termoeléctricas, la participación accionaria en Acerías Paz del Río, la concesión de la Empresa Licorera de Boyacá, entre otras, ha mostrado una pasmosa incapacidad de eficiente gerencia pública. La no apropiación de un modelo gerencial público ha conducido a la apropiación privada de estos activos en detrimento de los intereses de la sociedad civil, ausente en todas las decisiones.
E-mail: palimpsesto@hotmail.com Twitter: @zaperongo

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