domingo, 27 de junio de 2010

El fetiche de la Tercera Vía

Tunja, junio 28 de 2010


Doctor
FIDEL CANO CORREA
Director El Espectador
CARTA DE LOS LECTORES
Bogotá D.C.

Respetado señor Director:

Hace tres años Tony Blair, después de diez años de legislatura, salió por la puerta de atrás de su despacho. El otrora aventajado discípulo del ideólogo de la Tercera Vía, el sociólogo inglés Anthony Giddens, hoy, sin el menor pudor político, es un exitoso asesor de fondos de inversión y compañías petroleras.
La Tercera Vía es una corriente finisecular centrista dentro del espectro político que buscó remontar la dicotomía izquierda-derecha, Estado-mercado y socialismo-capitalismo, y situarse “más allá”, haciendo prevalecer el pragmatismo electoral en la búsqueda de una sociedad más justa e igualitaria, con el trasfondo de una globalización tentacular, en donde las firmas transnacionales se han instalado como un hegemónico gobierno corporativo.
El Presidente electo, Juan Manuel Santos ha declarado “voy por la tercera vía”, cuando se le interrogó si su gobierno será liberal, conservador o de “estirpe uribista”, una respuesta evasiva, que la resume en una fórmula ecléctica: “el mercado hasta donde sea posible, el Estado hasta donde sea necesario”, que, antes se mezclaba con expresiones como competencia (mercado) y regulación (Estado), frase que no es de su cosecha, sino que pertenece al evangelio de la Tercera Vía, con la cual se pretendía, después del colapso del denominado “socialismo real” , encontrar un irreconocible pastiche de un capitalismo con “rostro humano”, sin alternativa posible, pues las utopías igualitarias y libertarias habían quedado sepultadas bajo la lápida del “fin de la historia” anunciada por Francis Fukuyama.
La coalición burocrática de la unidad nacional, en donde convergen liberales conversos y conservadores mutantes –y hasta izquierdistas vergonzantes-, es para el nuevo Presidente, la apoteosis de la Tercera Vía, la amalgama donde se diluyen las identidades ideológicas, sin extremos excluyentes; ni izquierda ni derecha, sólo un etéreo centro en el que se traslaparían todas las vertientes políticas, con sus plataformas programáticas, bajo el pretexto de desterrar cualquier expresión de fundamentalismo dogmático. Hace una década, coincidiendo con el boom de la Tercera Vía, Santos lanzó, a los cuatro vientos, su versión criolla la que obtuvo escasa acogida, “hibernando” para ser redescubierta ahora. Después del fracaso de sus practicantes como Clinton, Schroeder, Cardoso, Lagos, Rodríguez Zapatero, etc., sólo queda como un fetiche neoliberal, una etiqueta más despojada de sustancia real en su modelo económico productivista jalonado por las eficientísimas “cinco locomotoras del crecimiento” santistas (con un crecimiento esperado de 6 por ciento), pero con los lastres de una sociedad desigual, sin igualdad de oportunidades, con un pluralismo político amortajado por el “pensamiento dominante” del mascarón de proa de la unidad nacional en que la oposición será una especie naufraga. La Tercera Vía tendrá su prueba de fuego cuando intente, por ejemplo, redistribuir su “prosperidad democrática” afectando la gran propiedad rural y urbana engendrada por el narcoparamilitarismo y así revertir la iniquidad que ha arrojado a cerca de cuatro millones de colombianos al desplazamiento forzado.
Al nuevo Presidente hay que recordarle la advertencia de Giddens a Blair en que ojalá su Tercera Vía “no sea tan sólo una astucia mediática”.

Cordialmente,
EDILBERTO RODRÍGUEZ ARAÚJO
Profesor de la Escuela de Economía de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), Tunja

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